Home > Fútbol > Un poco más feliz

Un poco más feliz




Hace frío, y a mí me encanta el frío. Llueve sin que haya amenaza de tormenta, y a mí me gusta la lluvia pero me dan miedo las tormentas. 

Mi equipo de fútbol acaba de ganar por tercer año consecutivo el campeonato mexicano, y el derrotado es ni más ni menos que ese vecino odioso al cual creímos que jamás podríamos derrotar.

Le ganamos en su cancha y con su gente, además.

Mis jugadores celebran, pero con mesura. Como si en el fondo supieran que esta será nuestra nueva normalidad. Que ni por asombro la sexta estrella será la última y que habrá muchas otras vueltas olímpicas por dar… muchas otras tardes para festejar.

Está mi novia, mis amigos y mi familia… o casi toda mi familia, y en ese ‘casi’ radica el título de la pieza.

Porque si bien está todo dado para que yo reviente de felicidad, sé que podría ser un poco más feliz.

Para ello, claro, deberían ser reales los famosos ‘milagros’.

Debería poderse romper la frontera divisoria entre la vida y la muerte y debería de bajar de entre las nubes ese hombre que me heredó el amor por estos colores.




Un amor infundado, dicho sea de paso. 

Un amor que en ocasiones bien podía parecerse al masoquismo, porque por diez amarguras había pocas alegrías. Pocas con pinta de nada.

Pero es también un amor que no cambiaría por nada en el mundo. 

Y no lo digo porque ahora tengamos otra suerte… todo lo contrario, de hecho. Este amor nació sin interés de por medio. Muy ajeno a resultados y campeonatos.

El goce radicaba… radica en el acto mismo de amar, y eso es algo que ninguna copa podría remplazar.

Hoy soy muy feliz, pero sé que podría serlo un poco más. 

Si aquí estuviera mi viejo para disfrutar con él de los placeres que nos permiten Nahuel Guzmán, André-Pierre Gignac y alguno que otro más, yo reventaría de felicidad.

Follow: JaimeGarzaAutor




Leave a Reply