Por: Adriana Espinosa | Twitter: @espinosa_2507
Basta mirar el rostro de Monsiváis al abandonar el campo para entender lo que ha sido Monterrey la noche de ayer. La ‘9’ de Rayadas salía del campo enojada, o cuando menos frustrada con lo hecho por su equipo, que deberá ir cuesta arriba para conquistar El Volcán el próximo lunes.
Las dirigidas por Becerra mostraron un esquema sumamente defensivo, con apenas algunos destellos en el ataque. Sin embargo, la eficiencia no acompañó el parado táctico planteado por las Rayadas. Con Gómez Junco recorriendo la banda izquierda sin mayores obstáculos, y Ovalle dándose un paseo por el Gigante de Acero, los centros y tiros desde fuera del área no se hicieron esperar. Lo mismo que Stephany Mayor, que aprovechaba cada espacio para generar peligro. No obstante, el gol vendría hasta el minuto 61’, cuando a balón parado la “Maga” Ovalle frotó la lámpara, y en verdad lo hizo. La barrera petrificada no hizo nada más que acompañar el golpeo excelso de la número ’14’ de Tigres. Un balón que le ha costado a Godínez toda la temporada. Después de todo, a las arqueras, por injusto que parezca, se les juzga por su último partido, y este, aún con muchos aciertos que salvaron a Monterrey, no ha hecho más que estropear la espectacular campaña de Alejandría Godínez.
Culpas para repartir no faltarán, pero lo cierto es que por un segundo, la ex de Tuzas, sintió entre sus manos el balón que terminaría en las redes. El nervio que Rayadas había procurado no demostrar durante los primeros minutos quedó evidenciado en tan grave error. Las únicas dos oportunidades de gol para Monterrey vinieron de contraataques que, sin embargo, la defensa de Tigres, lideradas por Ferral, no tuvieron inconveniente en detener. Tanto Becerra como Medina pedían calma, pero mientras a uno le sobraba equipo, con una alineación y cambios dudosos, a otro le faltaba suerte. Sí, suerte. El fútbol femenino no está exento de polémica, mucho menos con tres jugadas dudosas. Primero un penal sobre Mayor, no marcado por un supuesto fuera de lugar pero que claramente Desirée cometió. Luego uno más dudoso, en el que Bernal, de forma exacta, quita el balón a Ovalle, llevándose a la jugadora posteriormente. Y por si algo le faltaba a Martínez, después de tanto buscar el gol, el único tanto que marcó le fue anulado de manera escandalosa. Así es, otra vez por un supuesto fuera de lugar. Tres ocasiones, además de un manejo de partido cuestionable de la árbitra central, han evitado que la ventaja de Tigres sea mayor. Decisiones tan debatibles como la dirección de Becerra en esta final.
Por supuesto, quedan 90 minutos por disputarse el próximo lunes, pero algo nos queda claro: ni a Monsiváis, ni a la afición de Rayadas les ha gustado el partido de ida. Sea por errores propios o ajenos, Monterrey ha perdido por la mínima, y ese partido de vuelta podría convertirse en una verdadera erupción en el Volcán.