Por: César Vargas
Era un sábado de octubre y Jorge Urdiales llegó tarde a una boda por
una razón muy válida: venía como aficionado de un partido de los
Rayados en el Tec.
Corría el año 2000 y la vida de Urdiales giraba por esos días en torno
a su actividad como banquero.
Al llegar al restaurante Louisiana, lugar de la boda, sólo había dos lugares disponibles y allí se sentaron él y su esposa.
“Providencial”, diría casi dos décadas después sobre ese momento que marcó
el primer paso de una etapa que cambió su vida para siempre, y por qué
no decirlo, también el andar del Club de Futbol Monterrey.
Y es que la persona que estaba sentada a su lado esa noche en el Louisiana, lo invitó a participar en el Consejo de Economía de la
Parroquia del Uro.
Al contárselo, su esposa le recordó que se acababan de cambiar de casa, a Los Rodríguez, enfrente de El Barrial.
“Me decía “no te comprometas, tenemos un tiradero de muebles y de cosas”, y le dije “para las cosas de Dios yo no me puedo negar, y si tú no puedes ir, no te apures, yo voy”, recuerda Urdiales.
Allí conocería de forma cercana a José González Ornelas, a quien hasta entonces sólo había tratado de manera esporádica por la relación de Bancomer con Femsa.
González Ornelas acababa de terminar su participación como consejero delegado
de los Tigres, tras disolverse la participación de Femsa en Sinergia Deportiva junto a Cemex.
En los recesos de las reuniones quincenales del Consejo Parroquial el tema del futbol se volvió recurrente. El destino empezó a hacer su trabajo cuando tras la renuncia de Gilberto Lozano para sumarse al equipo del presidente Vicente Fox, como Oficial Mayor de Gobierno, en diciembre de 2000, González Ornelas asumió como consejero delegado de
los Rayados.
Un día, meses después, Pepe González Ornelas lo citó en un VIPS.
“Me dice: el club está así, así está organizado, ¿qué se te ocurre?, ¿qué ideas me podrías dar?”, recuerda Urdiales sobre la reunión.
“Lo más importante sería separar el área administrativa del área deportiva, las veo que están como cruzadas y sí hay que darles una autonomía, y pienso que luego con una organización matricial, que establezcas cuáles son los canales de comunicación entre un área y la otra, pero sí que tengan una autonomía”. Dice “está interesante”, explica Urdiales.
Unos meses después el consejero delegado de Rayados lo volvió a citar en el VIPS.
“Me dice: “sí jaló lo que me platicaste, y quería ver si te interesa participar”, le dije “es mi pasión, sabes que sí, ¿vas a hacer
un consejito?, relata, “¿cómo se te ocurre que pueda participar?”, y me dice “cómo presidente del Club”, “ah cañón”, le dije”.
En ese momento el presidente de los Rayados era Ricardo Garza Villareal, quien trabajaba de tiempo parcial, porque atendía además su negocio propio, y ahora Femsa quería a alguien que laborara de tiempo completo.
“Siempre hago planes de 1, 3 y 5 años, decía: “me faltan varios años para mi jubilación”, tenía 55 años, mis últimos cinco años laborales los tenía planeado dedicarlos al deporte”, dice.
La relación de Jorge Urdiales con el futbol era desde siempre. Su padre, Leopoldo Urdiales, fue junto a Mario Castillejos papá, uno de los brazos fuertes del doctor Carlos Canseco, en la segunda fundación del Club de Futbol Monterrey.
Más tarde, Jorge Urdiales integró el primer equipo infantil del Monterrey, junto a Francisco Avilán. Ambos tenían 12 años de edad.
Urdiales también participó con los Rayados, como jugador, en dos partidos en Primera División y en el Torneo de Reservas, en los 60; jugó con los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en la
Segunda División.
Fungió también como tesorero de los felinos cuando se logró el ascenso al máximo circuito, en 1974, y como secretario técnico de los mismos Tigres, de 1974 a 1976.
Urdiales estaba decidido a aceptar el reto. Pero aún faltaba cómo dejar el banco sin perder sus 30 años de antigüedad.
“Me dijo Pepe González Ornelas: “hacemos una propuesta en donde te cubramos de ese riesgo, lo importante es tú sientas el respaldo de la empresa para que no pierdas tu antigüedad””, explica.
El 6 de diciembre del 2001, el Club de Futbol Monterrey presentó a Jorge Urdiales como presidente, y a Luis Miguel Salvador como
vicepresidente.
Pronto Urdiales puso manos a la obra.
“Quería contribuir en algo con lo que yo había aprendido en las empresas, en los bancos, había trabajado en Cydsa, había trabajado en Alfa, en varios lugares que tenían muy buena administración, y en los
bancos manejaba todos los aspectos de reglamentación”, explica Urdiales.
-Tú todo lo quieres reglamentar, le dijo González Ornelas.
“Es que yo venía de una organización donde está muy normado, no puede ser una camisa de fuerza, a mí no me pidas que siga una línea así, dame un marco de referencia por dónde me puedo mover; para no seguir
una línea rígida, dame libertad de movimiento, no una línea recta donde para acá te caes, para acá te caes, dame margen, y con criterios para resolver las situaciones donde no hay manera de consultarlo”, dice.
Empezaba un cambio de visión en la institución que se traduciría en la mejor época en la historia de los Rayados y en su ingreso a la élite de los clubes más importantes del Continente Americano.
Continuará…..