Han pasado muchas cosas desde la última vez que vencimos a Santos en calidad de visitante…
México ha tenido un par de presidentes, y los creyentes hasta cambiamos de Papa. En el fútbol, que es lo que nos interesa, ha habido dos campeones del mundo, aunque Messi sigue sin ganar algo con su selección y Cruz Azul… A Cruz Azul se le olvidó qué era salir campeón.
Tigres pasó de tener dos estrellas a siete, convirtiéndose en el equipo de la década. En el trance ha habido un par de finales regias, un montón de finales perdidas (entre ellas una de Copa Libertadores, frente a River) y el anhelado título internacional frente a un equipo de la MLS donde juega, configurando también una novedad impensable para aquél entonces, el incomprendido Carlos Vela.
Damián Álvarez, que fue quien mandó a vibrar las redes en aquél encuentro, hoy ya no juega más al fútbol de manera profesional. Tampoco Lucas Lobos ni Héctor Mancilla. Ni Juninho ni Carlos Salcido. Danilinho está a dos pasos del retiro (o ya se retiró pero nadie se lo ha dicho). Enrique Palos ya no defiende nuestra camiseta, tampoco Jimenez ni Viniegra. Ni Pulido ni Toledo. Torres Nilo no solo se fue, sino que el muy santo se hizo diablo.
Nuestra vida cambió para bien después de aquél partido en el TSM, en el que ganamos por la mínima diferencia la final de ida del Apertura 2011. Tenemos a Nahuel y no a Palos, a Chaka Rodríguez y no a Jimenez. Hugo Ayala sigue, y a su lado tiene a Salcedo. Aún no es tan bueno como Juninho, pero va por buen camino. No tenemos a Damián, pero juegan bien Aquino o Luis Quiñones. A Danilinho no lo hemos podido reemplazar, pero arriba tenemos a un monstruo que compensa todo. Porque Gignac solo es más de lo que fue Lucas Lobos y lo que fue Héctor Mancilla. De lo que fue Damián y lo que fue Danilo, con todo y que a los cuatro los quisimos.
Han pasado nueve años, y aunque en el camino logramos, incluso, gobernar la Liga, seguimos sin sumar de a tres en el campo de ese rival que se muere porque lo veamos como lo vemos a Rayados, pero no se puede.
Ante Santos no hay clásico, sí una deuda pendiente que estamos a noventa minutos de liquidar.
