Pensaba dedicarle ésta pieza a Jesús Dueñas y a lo veloz que se ve el equipo cuando él no está dentro del terreno de juego. Porque da la impresión de que Tuca, al moverlo tantas veces de posición, se siente obligado a hallarle acomodo en el once inicial, con todo y que su aporte deje cosas por desear.
Sin embargo, enfocarme en Dueñas sería restarle culpa a Julián Quiñones, que cada que entra a la cancha le saca lágrimas a la pelota. Y a Leo Fernández, que muchos lo defendemos y nos morimos por él, pero lo cierto es que a más minutos tiene, más en deuda queda.
Muy bien Nahuel Guzmán y Carlos Salcedo; Diego Reyes y Francisco Meza. Bien Chaka Rodríguez, y en el medio campo bien Carioca y bien Pizarro. Disciplinado Aquino e intratable Luis Quiñones. De cien lo de Diente, y Gignac siendo Gignac.
¿Y los relevos?
No hay tal. Porque salvo Hugo Ayala y Fulgencio, el resto no asusta ni emociona a nadie.
Tigres tiene a once… a lo mucho a doce elementos que compiten de verdad por el campeonato mexicano. Los otros venden espejitos o viven del recuerdo.