La historia de Leo Fernández con Tigres me recuerda a la de aquél amor complicado que acabó por convertirse en obsesión.
El charrúa llegó al equipo e hizo la pretemporada con Tuca Ferretti.
Gignac y el resto de sus compañeros se desvivieron en elogios para el muchacho, pero algo le faltó… o algo no le vio Ricardo que lo prestó a Toluca.
Con los choriceros le estaba yendo tan bien, que la directiva pensaba hacer un esfuerzo económico para quedarse con los derechos del jugador.
No obstante, algo pasó y Leonardo acabó por volver al conjunto felino.
Tuca nunca terminó por enamorarse de su juego. Incluso hubo quienes aseguraron que lo daba por mal jugador… que solo le veía un buen disparo y cualquier cosita más.
Llegó Miguel Herrera, sin embargo, y cuando creímos que su oportunidad había llegado, el Piojo mostró públicamente no desvivirse por el uruguayo.
Fuentes cercanas al jugador aseguran que no tendrá muchos minutos, y que él ya está al tanto del asunto.
Lo más normal del mundo, tomando en consideración que muchos equipos quieren hacerse de sus servicios, sería que el muchacho escuchara estas ofertas y considerara la opción de salir.
Pero esas mismas personas aseguran que Leo Fernández quiere quedarse. Que no le importa remar a contracorriente, pues la recompensa, calcula el dorsal número diecisiete, será infinita.
¿Vale la pena tanto sacrificio?
¿Se le cumplirá a Leo brillar en este equipo que, a más lo desprecia, más parece conquistarlo?
El tiempo nos dirá qué tan buena o qué tan mala fue su decisión.
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