La llegada de Florian Thauvin al equipo de Tigres representó, para esta nueva directiva, su primer gran gol.
Un gol que les supo a gloria, pues ya había quienes ponían en tela de duda la capacidad de los nuevos dirigentes.
Asumían, con poco fundamento y mucho prejuicio, que a Mauricio Culebro no le iría bien con los de la ‘U’ de Nuevo León. Y su argumento, por más ridículo que nos pueda parecer, se limitaba a asegurar que, como el hombre se había hecho en el centro del país y no en Nuevo León, el desconocimiento de la plaza lo pondrían con desventaja en el marcador.
Sin embargo, apuntaron a lo alto y lo lograron.
Ficharon a un campeón del mundo, y a los aficionados, incluyendo a esos detractores que aún les dolía la salida de los antiguos directivos, no les quedó de otra más que esconder la mirada y aplaudir. Sonreír, porque a final de cuentas el triunfo de los capitalinos le suma al equipo de sus amores.
No obstante, las cosas no comenzaron del todo bien.
Una pequeña molestia en los primeros días de pretemporada encendieron las alarmas acá en Nuevo León.
Después, en los juegos olímpicos al chico se le vio lento y superado. Derrotado, además, por rivales con los cuales medirá fuerzas en su nueva Liga.
Regresó de Tokio y en su primer partido vestido de amarillo salió expulsado.
Ante Seattle mostró de poco a nada; la gente comenzó a preocuparse.
Sin embargo, frente a Querétaro se vio bien y marcó su primer gol con la casaca felina.
Luego enfrentaron a Mazatlán y Thauvin generó seis opciones de gol, demostrando que vino a Tigres por el talento yacente en sus botines, no por ser compatriota del máximo ídolo de la región.
Contra Atlas igual siguió demostrando calidad, y creo que es el momento de darle el voto de confianza y alinearlo como titular, aprovechando que regresa Gignac.
¿Se imaginan a Diente López, André-Pierre Gignac y Florian Thauvin juntos?
Me entusiasma la LGT…
También te puede interesar:
Twitter: JaimeGarza94
Instagram: JaimeGarzaEditorial
