Luego de tantos rumores, la llegada de Yeferson Soteldo al equipo de Tigres se ha vuelto una realidad.
En papel, muchos podemos pensar que ‘no hacía falta’. Que la plantilla de Miguel: el ‘Piojo’ Herrera estaba completa con Sebastián Córdova, Florian Thauvin, ‘Diente’ López, André-Pierre Gignac, Luis Quiñones, entre otros.
Sin embargo, las primeras tres fechas nos dejaron bien en claro que a Sebastián se le pedirán cosas en las que no precisamente luce dentro del terreno de juego; más cerca de la media cancha y lejos del ataque.
Florian sigue sin despuntar; ‘Diente’ apenas logró reencontrarse con el gol en el partido contra Pumas.
Gignac cada vez hace menos cosas de ‘Gignac’ y más las de un jugador de treinta y seis años, y Luis Quiñones… el colombiano sigue siendo un eterno signo de interrogación.
¿El resultado?
Muchos jugadores ofensivos, sí, pero escasa o nula idea al momento de definir las jugadas en la zona de ataque.
Ante ello, la llegada del venezolano adopta matices distintos.
Yeferson Soteldo es ese jugador al que le gusta encarar y lo hace bien. Tiene buen recorte y gran disparo; desequilibrante y talentoso.
Sé que las comparaciones son odiosas, pero me parece una rara mezcla entre Damián Álvarez y Danilinho; ambos piezas fundamentales en el Tigres campeón del 2011.
¿Hacía falta?
En papel, aparentemente no.
¿Pero quién le hace el feo a un jugador de veinticuatro años que brilló con el Santos de Brasil y que sigue siendo objeto de deseo en una de las mejores Ligas del continente americano?
A Soteldo déjenlo jugar. Y si en la cancha hace las cosas bien, su vida fuera del terreno de juego le tendrá sin cuidado a Miguel Herrera, a su cuerpo técnico, y, sobre todo: a los aficionados.
Bienvenido sea el chaparro de la vino tinto a la plaza más pasional del fútbol mexicano.
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