De tanto repetirlo, ya nos lo hemos aprendido. Fueron 91 mil 553 las personas que, este miércoles, se han dado cita en el Camp Nou para presenciar otro capítulo del Clásico. Una rivalidad que, ahora más que nunca, ha alcanzado al fútbol femenil. Algo pasa con el equipo de Alberto Toril que, apenas tiene enfrente al Barcelona, se vuelve una máquina difícil de desarmar. Pese a ello, temprano en el partido, con la afición todavía ingresando al estadio, Mapi comenzó la fiesta que se vivió en Barcelona. Sin embargo, no todas las celebraciones serían blaugranas pues, después de un error de Paredes, Carmona mandó a guardar el balón desde los once pasos a favor del cuadro merengue. Empate que, el Real Madrid, transformaría en ventaja al inicio de la segunda mitad, con un golazo de Claudia Zonorza casi desde medio campo. Por supuesto, las catalanas no permitirían que, aquella fecha ahora enmarcada en la historia, contara una derrota suya.
Entonces aparecería Aitana, con un gol para mantener presente esa magia entre el número ‘14’ y el barcelonismo. A partir de aquí, el Barcelona jugaría seguro y sin dilataciones pues, un par de minutos después, la heroína en el partido de ida, volvería a aparecer. Claudia Pina marcó el tercero del Barça, después de un pase al extremis de Jenni Hermoso. Asimismo, remarcar el gran mérito de Tere y Maite que lograron, nuevamente, neutralizar a la ‘11’ del cuadro catalán, aunque aquello no haya podido ser suficiente. Buena actuación de Alexia Putellas que, aun con la marca, logró hacer magia con el balón. Una tarde que, la ídola del barcelonismo, cerró con un gol, al que le siguió una ovación por parte de todo el estadio. El nombre de “Alexia” era coreado mientras la capitana rendía una reverencia a su público. Finalmente, la mejor del partido, Graham Hansen, puso el quinto y definitivo, culminando más de noventa minutos prodigiosos por parte de la noruega.
Una noche que, silencia por completo el discurso, entre otras cosas, ignorante, por medio del cual se piensa que, el fútbol femenino no interesa a nadie. Los miles de aficionados que nunca cesaron de alentar, el recibimiento desde dos horas antes, el mosaico monumental que se exhibió en más de dos ocasiones, la vuelta triunfal y el festejo de las futbolistas con los presentes, es señal de un cambio. Porque ahora el sueño de ser jugadora profesional es tan real como el de Claudia Pina, que un día le pedía la foto a Alexia, y al otro le servía un pase frente a la mirada del mundo. “Queremos que las niñas tengan nuevos referentes”, decía Putellas, sin saber que harían mucho más que eso. La capitana blaugrana no solo da ritmo al tambor en las gradas, sino que marca el rumbo hacia una época donde el máximo referente de un club como el Barcelona es una mujer.
