Tigres está por disputar un torneo que jamás ha jugado. Ante su tocayo coreano, existe la posibilidad de avanzar a las semifinales de la justa mundialista y después luchar por lo que ningún otro equipo mexicano ha logrado: llegar a la final del mundo.
Es por eso que considero innecesario tentar al destino. Suficiente riesgo hay con el tema del COVID.
No hay necesidad de exponer a jugadores insustituibles a posibles lesiones. Porque si Chaka es baja, no hay quien pueda reemplazarlo de manera decente. Si Salcedo se cae, ni Reyes ni Meza traen su nivel. Mismo caso con Ayala. Por izquierda no se cuenta siquiera con un lateral natural y titular, y en la contención la opción B es Sierra, y el hombre hace tiempo que ni siquiera es contemplado para calentar la banca.
Por las bandas ofensivas hay un poco más de variedad… no así de calidad. Y para atacar por el centro están los titulares (Carlos y Gignac), el no querido Fernández y el impresentable de Julián. No más.
Es por eso que yo invito a Tigres a que sean precavidos ante Necaxa y guarden hasta a Nahuel si es preciso. Pueden ir con Ortega en el arco, línea defensiva de cuatro con Dueñas por la lateral derecha, Meza y Reyes en la central y Venegas por izquierda. En la contención Sierra y Pizarro. De volantes propongo a Aquino y a Fulgencio, y arriba a Leo Fernández y a Julián Quiñones.
Mentiría si les digo que con esa nómina se le gana caminando a los dirigidos por el Profe Cruz, pero claro que se le puede competir de manera adecuada y en una de esas dejar los tres puntos en casa.
¿Y si no?
Si no, ya habrá otros trece partidos para enmendar el camino. Por ahora, ciencia y conciencia deben estar metidas de lleno en el mundial de clubes. Para representar a su gente, bien dijo Pizarro. No a una Liga ni a un país que se ha cansado de ningunearlos.
