Ellos mucho, nosotros algo…
Ellos 1-0 frente al PSG, nosotros 2-1 frente a Los Angeles…
Ellos Champions, nosotros CONCA…
Ellos lo mejor del mundo, nosotros lo mejor de la zona…
Es cierto. No somos favoritos. Pero también es verdad que de los que saltarán a la cancha, seremos los únicos con hambre de cielo. Porque ellos nacieron con nubes en lugar de suelo, y nosotros sabemos, incluso, lo que es caminar en el infierno. No nos espanta la derrota. Nacimos en ella y hasta la presumimos en nuestros cantos. Porque el amor a estos colores no entiende de resultados, y esa lealtad inquebrantable de vez en cuando le inyecta realidad a los sueños.
Salimos de casa para conquistarlo todo. Caímos y nos levantamos; soñamos y no hay quien nos pare.
Y en sueños somos campeones del mundo aunque la gente se ría. Igual se rieron cuando caímos a Segunda y volvimos para quedarnos. Se rieron en las finales perdidas y ahora las ganamos hasta cansarnos. Se rió el vecino y le matamos la casa. Se rieron en la capital y hoy les damos de qué hablar.
Con la sangre caliente y la cabeza fría. Con el corazón latiendo a mil por hora y la confianza plena en qué Tigres hará historia, porque no nacimos para otra cosa.
Vayamos por la Copa, Tigres. Pintemos de amarillo el cielo.
