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MARADONA ESTÁ VIVO




Después de ese Mundial, la vida de Diego tuvo sus altibajos. Lo que la gente tiene que entender es que es muy difícil ser un futbolista profesional o un técnico. Pero mucho más difícil era ser Diego Maradona. Muchísimo más difícil. Cualquier intento que hiciera por ser una persona normal era en vano. Lo seguían 24 horas por día, lo adoraban, lo molestaban, lo atacaban. No podía caminar por la calle en paz. ¿Cómo se puede aspirar a vivir una vida normal de ese modo?  

Si pudiera volver el tiempo, haría lo que fuera posible para ayudar a Diego en sus últimos años. Intentaría ayudarlo a que viviera una vida que fuera un poco más natural, un poco más real. Quería verlo envejecer. Pero ayudar a Diego no era fácil, porque muchos lo intentaron, también. Es difícil saber realmente lo que pasó en el último tiempo para que terminara como terminó. No me gustó cómo tuvo que vivir en sus últimos dos años. Ver la figura de él deteriorándose tanto… No era el Maradona que me gustaba ver.  

Lo que más lamento de todo es que lo hayan dejado tan solo. No se lo cuidó. No se lo ayudó para terminar una vida que fuera digna de quien fue.  

Nunca juzgaría a Diego. Tuvo sus errores, seguro, pero vivió su vida y es así. Todo lo que me interesa es lo que Diego fue para mí y lo que me hizo sentir. Es difícil de explicar, especialmente en el contexto futbolístico, pero, para los que creen que Dios existe, y yo lo creo… Diego es como eso en el fútbol. Dios existe en todo lo que representa. Para mí, Maradona es lo mismo en el fútbol.  

No sé cuándo voy a enfrentarme con la realidad. Quizás en algún momento tendré que aceptar que Diego se fue, del mismo modo en el que tuve que aceptar la muerte de mi hijo. Voy a tener que cruzar ese puente y decirme: “No está acá. No lo voy a ver nunca más”.  

Pero todavía no llegué a ese punto. Es demasiado doloroso, demasiado surrealista.  

Para mí, Diego todavía está ahí. Dios aún existe.  

Y de algún modo, siempre estará.




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