En 2010 todo estaba mal en San Nicolás.
Tigres parecía condenado al abismo y Rayados pasaba por su mejor momento.
Los padres de familia, angustiados, buscaban argumentos por todos lados para evitar que sus hijos acabaran decepcionados de los propios y enamorados de los otros.
Pero Alejandro Rodríguez volvió a la presidencia y el sol salió de nueva cuenta.
Le dio orden a lo desordenado y en año y medio pudo lo que nadie más en veintinueve años.
Bajo su mandato, en 2011 Tigres salió campeón de Liga. En 2014 se alzó una Copa; entre 2015 y 2017 se jugaron mil finales y las ganaron casi todas (incluyendo una ante Rayados). En 2020 salieron campeones de CONCACAF y en 2021 Tigres se convirtió en el primer equipo de la confederación en llegar a una final del mundo.
No son las vueltas olímpicas, sin embargo, las difíciles de emular.
Mauricio Culebro tendrá presupuesto y una gran plantilla. Será complicado mas no imposible sumarle estrellas al escudo.
Lo que parece casi imposible, es que logre transmitir la tranquilidad que el ingeniero proyectaba en sus aficionados cada que tomaba el micrófono.
Tigres podía estar lo que le sigue de mal y Alejandro hallaba las palabras adecuadas para calmar las aguas.
No hablaba mucho, pero cuando lo hacía daba en el clavo y el equipo respondía.
No cedió nunca ante la presión de los hinchas y estos jamás se sintieron ignorados.
Mauricio ocupará un puesto deseado por muchos, sí, pero el cual cuenta también con un millón de responsabilidades.
La silla que heredas, Culebro, mas bien es un trono.
El primero de junio del dos mil veintiuno no solo se fue el mejor presidente en la historia de Tigres, sino uno de los líderes más emblemáticos en la historia de Nuevo León.
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