Pocos casos como el de Jesús Dueñas.
Tuvo sus mejores años como futbolista dando cátedra en el medio campo. Sin embargo, por gusto, necesidad o necedad de Ricardo Ferretti (según quieran verlo), fue enviado a la lateral a cumplir con funciones que si bien no le eran del todo desconocidas (porque el michoacano es un jugador todoterreno), sí mermaban un poco su estilo de juego.
De lateral lo hizo bien.
De vez en cuando se le permitía subir, y allá arriba se rebelaba e intentaba uno de esos tantos disparos que le salían de maravilla cuando alineaba donde debía.
Porque quizás nunca debió dejar de jugar ahí.
Porque quizás nunca debió rotar.
Luego regresaba y cumplía también con las labores encomendadas por su entrenador, en una rara mezcla entre talento y entrega.
El tiempo no perdona, no obstante. Y tanto manoseo a Jesús Dueñas no acabó bien.
Pasó de ser un elemento que brillaba en cualquier posición, a un jugador que cumplía muy bien en ciertas zonas… y bien a secas en otras.
Decimos que pocos casos como el suyo, porque a pesar de que puede jugar en muchas partes dentro del campo, no es un titular indiscutible.
Incluso el once ideal con el que sueña el aficionado promedio, es con Jesús Dueñas cerca de la banda… pero por la parte de afuera; sentado en la banca.
Con Miguel Herrera, sin embargo, todo es posible.
Y no porque el Piojo sea un director técnico de otro mundo ni porque Tuca haya sido un monstruo.
Nada de eso.
Simplemente el hombre acaba de llegar, y el hecho de tener entre los suyos a un todologo como Dueñas, seguramente lo llena de paz.
Dudo que el michoacano forme parte de la alineación predilecta de Miguel Herrera. Empero, Jesús cuenta con las virtudes necesarias para volverse un cambio recurrente y competir con dignidad para recuperar esa titularidad que, quizás, jamás debió perder.
¿Qué va a pasar con Jesús Dueñas?
Va a jugar. Eso es lo que va a pasar.
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