El domingo pasado, en el BBVA, Carlos González entró a la cancha en busca de una sola jugada para emparejar los cartones.
Precisaba de un centro más o menos decente para conectarlo como Dios manda… y lo primero sucedió, no así lo segundo.
El hincha de Tigres ya está harto de Carlos González.
Tras su llegada al conjunto felino, la gente creyó que el hombre sería el complemento ideal de André-Pierre Gignac, o que cuando menos aportaría con una buena cantidad de goles torneo a torneo.
¿Qué sé yo?
Unos cinco o seis por campaña.
Nada descabellado para un delantero centro de la selección nacional de Paraguay.
Pero la realidad ha sido muy distinta.
Lo que Carlos te ofrece no dista mucho de lo que el peor Julián Quiñones te daba cuando entraba a la cancha.
Y el problema en sí no es del ‘Cocoliso’. Me queda claro que el chico hace todo lo que puede para sumarle al equipo. El problema es que puede muy poco, pues no es un jugador apto para un club como Tigres, cuyas pretensiones rozan desde hace rato en la excelencia.
No es culpa de Carlos González, insisto.
Es culpa, en todo caso, de la directiva, que lo trajo como solución y ni a complemento ha llegado.
Y por ahí de la hinchada, que esperó mucho de un jugador que históricamente ha dado poco.
¿Qué le puedes exigir a un tipo que solo ha brillado en Necaxa y en Pumas?
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