Cuando leí la columna de Miguel Arizpe en la que explicó lo complicado que sería que el nuevo estadio de Tigres fuera inaugurado en 2025 como se pactó el pasado jueves 13 de enero en ese anuncio oficial que pareció más un evento político que algo deportivo, no pude no acordarme de aquella charla que sostuvieron Roberto Hernández Jr. (QEPD) y el ingeniero Alejandro Rodríguez, a través de la cual el entonces presidente de Tigres aseguró que el Universitario de Nuevo León estrenaría casa nueva, y que esta tendría una inauguración de primer nivel donde estarían presentes selecciones nacionales, campeones europeos y hasta equipos de la MLB.
El estadio jamás se construyó, y aunque hubo mil burlas al respecto, todo quedó ahí: como una simple anécdota sin mayores consecuencias.
Ahora, sin embargo, las cosas son distintas.
Porque el anuncio del Nuevo Estadio de Tigres no se dio en una entrevista casual.
El rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, altos ejecutivos de CEMEX y Sinergia Deportiva, empresarios de gran prestigio y el propio gobernador del estado de Nuevo León, estamparon su firma, comprometiéndose a llevar a cabo un proyecto que no cuenta con permiso de suelo todavía, que no hay maqueta ni constructora. Que está falto de inversionistas para la materialización del mismo y que ni siquiera tienen un plan de retorno para quienes estén interesados en invertir su capital.
O al menos esto es lo que asegura Miguel Arizpe, y el hecho de que César Esparza siga sin esclarecer del todo la situación a pesar de haberse presentado ya en distintos medios de comunicación, me hace pensar que lo que se escribió en Grupo Milenio tiene algo de verdad.
Y ojo, que el problema no es que el estadio no esté listo para el 2025.
Una construcción de tal envergadura claro que tarda su tiempo.
Lo que preocupa aquí son las formas.
Porque un proyecto así de grande se hace oficial cuando ya todos los elementos están puestos sobre la mesa.
No antes.
Y menos cuando el estado tiene muchos otros problemas en los cuales el gobernador bien podría ocuparse en lugar de hacer de dominio público algo que, por lo que se ve, está más cerca del ‘veremos’ que del ‘hecho’.
Espero equivocarme, pero a hoy jueves 20 de enero del 2022, el tema del estadio me parece más bien un tema DEL ESTADO.
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