No necesitas ser un erudito en materia de fútbol para darte cuenta de que la defensiva de Tigres es una zona a pulir. Miguel Herrera tiene que seguir trabajando con ella para que al momento de enfrentarse a rivales de mayor envergadura no pierda el protagonismo y dominio de juego que hoy tiene a su equipo dentro de los cuatro primeros lugares de la tabla general.
En medio campo ya no hay tanto problema. Rafael Carioca y Juan Pablo Vigón, aunado a las constantes incorporaciones de Guido Pizarro que tiende a romper la línea de tres centrales cuando el partido así lo amerita, le han brindado cierta paz a una zona que, en el arranque del campeonato, era una laguna fácil de penetrar.
Pero el problema con la defensiva, contrario a lo que muchos aseguran, no tiene que ver precisamente con una cuestión de sistema. Es más bien un tema individual, y como ejemplo me sirven los goles que el equipo ha recibido en lo que va del Grita México, Clausura 2022.
Ante Mazatlán, Tigres prácticamente se metió los goles solo.
Frente a San Luis, Igor Lichnovsky literalmente les hizo la tarea a los visitantes, y frente a Bravos de Ciudad Juárez Tigres dejó de jugar varios minutos antes de que el árbitro marcara el final del partido.
Tigres aún no alcanza su máximo potencial en lo que va del semestre; el hecho de que haya recibido goles en todos los encuentros no es obra de la casualidad. Claro que se debe trabajar.
Pero la vulnerabilidad en la defensiva no tiene nada que ver con la propuesta ofensiva de Miguel.
Se puede seguir atacando sin necesidad de sufrir tanto. Es cuestión de concentrarse los noventa minutos del partido, no solo mientras haya que anotar para ganar.
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