Por: Adriana Espinosa
Aunque con mayor o menor éxito, los cuatro equipos clasificados a semifinales, saben lo que disputar una final significa. Desde aquel primer torneo histórico, con Chivas y Tuzas peleando por el título, hasta los cinco Súper Clásicos que nos han dejado Tigres y Monterrey, no cabe dudad que, estamos frente a auténticos pilares sobre los cuales, el fútbol mexicano femenil, ha construido su historia. Los nombres de Tania Morales, Eva Espejo, Liliana Mercado, Mónica Ocampo, Desirée Monsiváis, Stephany Mayor, Héctor Becerra o Alicia Cervantes, serán recordados por formar parte fundamental de sus instituciones pero, también del balompié en México. Porque cada futbolista, entrenador o entrenadora que ha llegado hasta ese último escalón, habiéndose caído o coronado, tuvo que sobreponerse a todo para poder disputar los últimos, y más importantes, 90 minutos.
Ningún duelo resulta tan estresante para la afición como un partido de semifinales. Más que una final, más que el último partido de temporada regular, es en esta instancia donde los equipos se prueban a sí mismos. Ya no solo se juega contra las once del otro lado de la cancha, sino contra la propia convicción y valor para soportar aquellos 180 minutos, que pueden volverse eternos o efímeros, según se mida la balanza. Es aquí donde se reconocen los defectos, donde los errores poseen un precio demasiado alto y donde, hasta los más escépticos, dejan de ser ateos llegados los últimos instantes del partido. En este momento es cuando se forjan las heroínas, cuando se escriben las gestas que contaremos a las hijas, de los hijos, de las hijas por generaciones enteras. Porque en una semifinal se juega el derecho a pelear por la grandeza, se juega el valor de cada plantilla.
Serán estos dos partidos los que pueden consagrar a Eva Espejo como una de las mejores entrenadoras en el país, como la primera mujer en llegar a tres finales haciendo de Rayadas un equipo con un estilo y carácter propios. Dos oportunidades más para acrecentar la que ya es una trayectoria incomparable pero, en la que todavía le queda a Charlyn Corral coronarse frente al público mexicano. Una semifinal para reafirmar el dominio establecido por Tigres, despejando cualquier duda sobre su jerarquía en la Liga MX Femenil. Otro intento para Licha Cervantes de levantar el título vestida con los colores de su vida, ese trofeo con el que la afición rojiblanca no ha dejado de soñar con volver a ver. Estas son las ilusiones de cuatro equipos que, más allá de la estadística, del historial o de la táctica, entran en una fase en la que todo es posible y nada parece suficiente.