‘Yo lo disculpo porque siento que le debo algo. Le debo algo y sé que no tengo forma de pagárselo. O tal vez esta sea la peculiar moneda que he encontrado para pagarle. Digamos que mi deuda halla sosiego en este hábito de evitar siempre cualquier eventual reproche’.
Esto es solo una parte de la pieza titulada: ‘Me van a tener que disculpar’, escrita por Eduardo Sacheri y dedicada a Diego Armando Maradona.
Y la cito, porque refleja de A a Z lo que me sucede a mí y muy probablemente le sucede a muchos otros aficionados de Tigres con Nahuel Guzmán cada que una mala entre mil buenas suyas le juega en contra al equipo.
No.
No pretendo justificar lo injustificable ni dar por bueno lo evidentemente malo.
Lo del sábado por la noche estuvo mal por donde lo queramos ver y merece ser sancionado por parte de la Federación, como merecería también la crítica de todos nosotros.
Pero no.
No puedo hacerlo.
No puedo porque como lo dije abriendo este escrito, siento que le debo algo perpetuo y la única forma que se me ocurre para medio pagárselo, es haciéndome de la vista gorda como lo intento ahora.
Es no diciendo nada ahora, que sobran motivos éticos para decirlo todo.
O quizás no.
Quizás no es que no pueda, sino que simplemente no quiero.
No se me da hablar mal de quien tantas cosas buenas le ha dado al equipo que tanto amo.
Tal vez, ahora que lo pienso bien, mi disculpa no es sincera.
Porque el perdón debe ser resultado de un sentimiento de culpa, y yo no me siento culpable.
No me da remordimiento callar las críticas en contra de Nahuel Guzmán, así que no, no me van a tener que disculpar.
Déjenme con mi grieta moral.
Déjenme con mi aguante eterno a Nahuel: el ‘Patón’ Guzmán.
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