He leído y escuchado muchas veces eso de que la nostalgia le hace daño al negocio, y me parece una conjetura bastante cierta.
Quien aspira a la grandeza, no puede aferrarse a su pasado… por muy bueno que este haya sido.
Por eso veo con buenos ojos que Tigres le haya dado las gracias a Hugo Ayala, y que busque renovar esa línea defensiva tan importante en años de gloria.
Sin embargo, no puedo no preguntarme si en el camino hemos sido un tanto injustos con don Hugo.
Porque sí, todos lo reconocimos siempre como a un brillante jugador y nunca nos ensañamos con él, como tal vez sí lo hicimos con otros futbolistas.
Sí, somos conscientes de que Ayala fue un histórico para la institución y lo recibiremos con los brazos abiertos si algún día quiere volver, ahora para ocupar un puesto de pantalón largo.
Pero jamás me he encontrado con algún aficionado felino que lo tuviese como su jugador favorito… ni hablar de que le haya puesto su nombre a su hijo, como ha ocurrido con Nahuel, Damián, Guido, Gignac o incluso Juninho.
Y ojo, que no escribo esto para hacer a menos a las otras figuras.
No es necesario tirarle a uno para levantar al otro.
Simplemente los menciono, porque creo que Hugo Ayala ha sido tan importante como ellos, y me da la impresión de que, aunque muchos podemos estar de acuerdo con esto, en el partido a partido no sé si se lo dejamos muy en claro.
Hugo Ayala fue una pieza clave en esa defensa de hierro que incluso rompió récords.
Fue fundamental para que Tigres tocara el cielo con las manos y se le recordará siempre con mucho cariño.
Hoy se va del equipo.
El michoacano va por minutos que en Tigres ya no iba a tener, y se le desea la mejor de las suertes.
Cuando te vuelva a ver, ahora defendiendo una casaca contraria, te aplaudiré hasta quedarme con las manos rojas, Huguito.
Y en una de esas hasta corearé tu nombre a razón de todas esas noches que pasamos juntos en un ‘Volcán’ que será siempre tu casa.
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