Al margen de lo que suceda el jueves y el domingo, yo quiero darte las gracias, Córdova.
Gracias porque apareciste cuando todo parecía perdido para el equipo de Tigres.
Ese gol tuyo que destrabó el Tigres v.s. Puebla, el tanto del empate en el ‘Volcán’ ante Toluca y el gol que nos salvó del papelón allá en el infierno.
Gracias por ese gesto de billarista que le marcaste a los Rayados, y sobre todo: gracias por eliminarlos con ese certero remate de cabeza que nos hizo recordar el 10 de diciembre en el BBVA.
Tu calidad nunca estuvo en tela de duda.
El manejo de ambos perfiles, la potencia en el disparo y la técnica con la que desbordas, es algo que te distingue del resto de los futbolistas mexicanos.
Era cuestión de que te la creyeras para que la rompieras.
Lo dije mil veces y hoy el fútbol y tú me están dando la razón.
En un torneo atípico, sumamente sufrido para el equipo de Tigres, de nueva cuenta una individualidad nos metiió a la final.
Pero esta vez no fueron los de siempre.
Hoy la capa de héroe no le corresponde a Gignac ni a Nahuel, sino a ti, Córdova, y por eso te digo: gracias.
¿Qué sigue?
Esperemos que la vuelta olímpica.
Pero si no, de lo vivido NO ME OLVIDO.
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