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LA ÚLTIMA PIONERA




Balón de Oro, premio The Best, multi medallista olímpica, dos veces campeona del mundo, más de 300 partidos con selección, de Houston a Manchester, no existe otra figura como la de Carli Lloyd. La última leyenda de aquella generación dorada que dominó el planeta por casi una década. Antes de las Megan Rapinoe, Tobin Heath o Alex Morgan, más todavía, lejos de Ellen White, Lieke Martens o Sam Kerr, estará siempre una de las mejores ‘10’ en el balompié. Posiblemente la última pionera moderna. Junto a Marta, Wambach y Homare Sawa, Lloyd cierra los pilares sobre los que se ha construido el futbol actual. Después de todo, una de las máximas goleadores a nivel selecciones, se convirtió en la primera figura mediática del futbol femenil.

En una era donde las redes sociales todavía no eran predominantes en la comunicación, Carli Lloyd lograba, en apenas unos minutos de transmisión, encantar al público con su técnica. Siempre bien posicionada, a la espalda de las defensas, acechando el área, quitándose o jalando la marca, Lloyd era la piedra angular de la ofensiva. Estados Unidos se acostumbraba a ganar por goleada, y Carli tenía presencia siempre en el marcador. No obstante, fue hasta aquella memorable final en 2015, contra Japón, cuando con un hat-trick, Lloyd se convirtió en referente de grandes y chicas, de costa a costa, y más allá de las fronteras. Su nombre se traducía en un sí. Sí al sueño de ser mujer y jugar futbol, sí a ser campeona del mundo, sí a ser coreada por multitudes, sí a ser la mejor futbolistas. Sí.




Por supuesto, el camino estuvo plagado de obstáculos. Desde el comienzo, la carrera de Carli fue subestimada, augurando una jugadora promedio. Por supuesto, como suele ocurrir en las grandes historias, Lloyd demostró ser más, mucho más. Y cuando dejó a atrás las dudas y las críticas, su determinación fue superior. Pasó por lesiones que le hicieron pensar en un retiro anticipado pero, la fuerza y determinación que siempre mostró dentro del campo, la llevaron a nunca desistir. Hasta en su última prueba, en Tokio 2020, Carli lidió con la transición generacional, y lo que aquello conllevaba, superando uno de los peores inicios de torneo, hasta conquistar un lugar en el podio. Ya no solo futbolistas, sino pocos atletas, han tenido la disciplina, entrega y pasión que Lloyd dejó ver en cada torneo, partido y minuto de juego.

Hoy el ‘10’ es relevado por Horan, elegida por la propia Carli, reconociendo en su compatriota las virtudes que todas le hemos visto en el césped. En una gira que, evidentemente, era una despedida prolongada, Lloyd se dijo adiós a la afición, encontrando en la grada a hombres y mujeres de todas la edades inspiradas por ella. Por esto, su mayor legado está por encima de la estadística, que bien evidencia sus logros pero, el respeto, admiración y cariño jamás podrán reducirse a un solo digito. Aún con ello, el sin fin de notas e interacciones atravesadas por el nombre de Carli Lloyd, sirven para comenzar a dimensionar su leyenda, que será contada una y otra vez, porque sin ella, el futbol, no se entendería.

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