‘Me voy bien porque el equipo se mató en la cancha’, dijo Miguel Herrera tras caer en el clásico regiomontano ante los Rayados de Monterrey.
¿Y saben qué?
No mintió.
Si algo se le puede aplaudir a este Tigres, es la garra, la entrega y el pundonor.
El no dar por perdido nada nunca, es el sello de este equipo; lucharla hasta que al reloj se le acaben los segundos.
Todo bien ahí, profe. Pero… ¿y el fútbol para cuándo, Miguel Herrera?
Es verdad que Tigres tiene destellos muy buenos partido a partido.
El domingo pasado en el BBVA, por ejemplo, en el primer tiempo el conjunto felino inquietó medianamente a los defensores de la ‘Pandilla’.
¿Pero me van a decir que Andrada sudó la gota gorda?
No.
Tigres quiso y luchó. Por ahí se las arregló para anotar un gol en fuera de lugar y estampar una pelota en el poste. El resto fueron ataques ansiosos y centros lanzados a sabrá Dios dónde, uno de ellos conectado de mala manera por el paraguayo: Carlos González.
Mentiría si les digo que este equipo no sabe a lo que juega, porque sí, sí que lo sabe. Tiene una idea clara y trabaja con base en ella.
Pero me da la impresión de que esa idea depende más del corazón que del cerebro, y la corona es para los inteligentes, no para los impulsivos.
La afición puede divertirse mucho con este Tigres de Miguel Herrera. Pero la intensidad, si no está acompañada de buen fútbol, no te lleva a ningún lado, y la gente quiere campeonatos… o al menos que su equipo se acerque a ganarlos.
¿Ven a este Tigres para campeón?
Francamente, yo no.
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